¿Ciberbullying en tiempos de covid-19? Cuidado

Por María Teresa González Osorio ( Psicóloga y Coach sistémica)

El bullying, o acoso escolar, es un tipo de maltrato que puede ser psicológico pero también físico y que se lleva a cabo de manera reiterada en su entorno escolar. Normalmente, son compañeros de clase los que llevan a cabo este acoso aunque también pueden ser alumnos con los que no se comparte aula o incluso otros niños del barrio.

En ocasiones, este maltrato se lleva a cabo por parte de un compañero o un pequeño grupo que, sintiéndose en superioridad ante otra persona, se dedican a acosarla con insultos, vejaciones o incluso golpes. Pero hay casos en los que el bullying se produce por parte de toda una clase o incluso participa toda la comunidad escolar.

Algunos se convierten en cómplices activos de los maltratadores al reírles sus ataques o participar de ellos, otros, en cómplices pasivos que no participan pero tampoco hacen nada para evitarlo. Esto es todavía más grave al ser las víctimas niños o adolescentes, mucho más vulnerables y con menos mecanismos de defensa. Muchas de estas víctimas optan por callarse y no comentar lo que les está sucediendo porque tienen miedo a represalias por parte de los acosadores o porque sienten vergüenza por la situación, pudiendo incluso llegar a sentir que se merecen ese tipo de trato.

Es importante reconocer que en estos tiempos de tele-escuela (Home School) a causa de la pandemia,  puede presentarse el bullying de manera virtual llamado también o ciberbullying

Las pistas que pueden indicar que un hijo/hija sufre bullying

Estas son algunas pistas que pueden poner a los padres en alerta sobre la posibilidad de que esté sufriendo abusos en el colegio:

  • El niño no quiere ir a clase (también a clase virtual), incluso puede fingir estar enfermo para no acudir. En algunos casos, pueden llegar a enfermar realmente debido a los nervios, vomitando o mareándose.
  • No suele hablar de lo que hace en el colegio ni cuenta anécdotas relacionadas con sus compañeros.
  • Puede bajar su rendimiento escolar.
  • A menudo el niño está nervioso, duerme mal por la noche y todo mejora en vacaciones, volviendo a angustiarse cuando estas están llegando a su fin.
  • Se percibe baja autoestima, temeroso, conducta evitativa.
  • Pueden faltarle objetos de su cartera o puede traer sus cosas rotas inventándose excusas para justificarlo*
  • En los casos de malos tratos físicos pueden verse marcas en el niño que no querrá decir cómo se han producido o mentirá al respecto*.
  • * En casos presenciales.

Si se perciben algunos de estos síntomas es importante hablar con los profesores para que estos estén alerta y puedan detectar si está ocurriendo algo y, por supuesto, con el propio niño. Para eso es fundamental hacer que se sienta seguro para que se abra y lo cuente.
El papel de un especialista (psicólogo, psicopedagogo, psicoterapeuta) es determinante para lograr que el niño (o adolescente) acabe contando la verdad sobre lo que le ocurre y se pueda actuar para evitar traumas y secuelas.

Recuerda que tú eres el adulto y tú eres la persona en la que tu hijo o hija puede confiar.

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