La televisión y nuestros hijos(as)

En sus inicios, la Televisión fue considerada como un medio valioso para educar, formar e informar a grandes sectores de la población; ello quizás haya sido una de las razones por la que la Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU) en 1996 declarara el 21 de noviembre como el Día Mundial de la Televisión. A casi 20 años de tal declaración, muchos se cuestionan sobre las bondades de este medio masivo de comunicación de mayor controversia mundial. ¿Ha servido la Televisióntelevisión como consumo realmente para educar e informar? Juan Carlos Ruíz Guadalajara, en su artículo “Televisión: el nuevo opio de los pueblos”, menciona que, “ la realidad ha mostrado que la televisión, en su actual modelo, ha empobrecido el entendimiento al dañar las capacidades simbólicas propias del lenguaje escrito”. Agrega el autor que la televisión, además de haberse convertido en un vehículo de dominación mercantil, se erigió en instrumento esencial de la dominación política.

Por otro lado, es alarmante la cifra que la agencia IbopeAGB dio a conocer: en 2010, el tiempo de exposición a la televisión -promedio diario por televidente- en mi país (México) fue de cuatro horas con 45 minutos, (otras investigaciones dicen que son 6 horas) cuyos programas más vistos son: las telenovelas, los Reality show, deportes y noticieros (¿Estarán incluidos también los comerciales?).

Se ha investigado el daño que causa el tiempo prolongado frente a la televisión, algunos son: sedentarismo que lleva a la obesidad, problemas visuales, ansiedad y estrés. Psicológicamente también puede causar frustración al mostrarnos imagenes o personas “ideales” pero irreales, depresión, aislamiento social que conlleva al sentimiento de soledad, adicción, entre otros. Ruiz Guadalajara añade que los televidentes “quedan expuestos a todo tipo de estímulos visuales dirigidos a excitar sus sentidos, agitar emociones, despertar sus apetitos o construir afinidades artificiales”. Con ello, l@s mexican@s debilitamos nuestra capacidad de hacer frente a la vida y reducimos nuestras posibilidades de afrontar de manera asertiva los problemas sociales. En otras palabras, la Televisión mexicana nos conduce al adormilamiento de nuestra consciencia y voluntad, al condicionamiento de nuestra conducta y al aniquilamiento de nuestras potencialidades creativas.

¿A quién le sirve un pueblo que consume telebasura?