Por María Teresa González Osorio (psicóloga & coach sistémica)

¿Te ha sucedido alguna vez que después de hablar con alguien sobre tus preocupaciones, temores, tristezas o enojos, ya no tenías la carga emocional como al inicio? O quizás, hayas escrito tus emociones sobre el papel y, después de un tiempo, tú podías ver el problema con otra perspectiva Esto sucede porque las palabras (escritas o habladas) tienen un gran poder curativo.

Quiero centrarme hoy en el caso de la escritura. En ella, radica un elemento terapéutico por la capacidad de propiciar reflexiones, de observar con otra mirada la problemática, de poder tomar una sana distancia hacia la situación “difícil”, de expresar emociones, de liberar los sentimientos reprimidos, de conocernos más y mejor a nosotros mismos(as).