¿Hijos desafiantes en tiempos del COVID-19?

Vivimos tiempos “extraordinarios” en el sentido amplio de la palabra, lo ordinario, la normalidad se ha alterado. El hogar se ha vuelto guardería, escuela, oficina, salón de usos múltiples, cocina, biblioteca, taller, etc.

Para muchos padres y madres podemos sentirnos rabasados con esta situación y para los infantes también. He escuchado decir a algunas mamás que acuden a mí que sus hijos están más rebeldes y buscan un “remedio” contra esa rebeldía o actitud agresiva. Esta conducta en sí misma no es ninguna enfermedad sino una manera que tienen ellos de mostrar su estrés, frustración, enojo o miedo. Debemos tener gran cuidado con eso, pues generalizar un mal comportamiento demasiado y etiquetarlo como «indomable», nos puede acarrear muchas más desventajas que beneficios.

Antes de reprender a tu hijo(a) te invito a hacer estas acciones, que puedes variar en función de las edades de tus hijos/hijas:

  1. Un contacto cálido de tan sólo 20 segundos, segregará en tu él/ella la hormona oxitocina conocida comúnmente como la hormona del amor, la cual resulta esencial para la estabilidad emocional de su cerebro y favorecerá el cambio de su comportamiento.

  2. Establece límites claros, definidos y acorde a su edad. Para infantes y adolescentes, estar confinados es una acción antinatural pues ellos necesitan del aire libre, de correr sin restricciones, de socializar con otros. Por eso puedes reestructurar la vida de familia tomando en cuenyta las necesidades de ellos. Quizás puedes preguntarles qué les apetece, qué desean hacer dentro de los marcos establecidos en tu familia y sustituir algunas acciones por otras, por ejmplo si desean estar con sus amigos tal vez puedes buscar las opciones viables: videoconferencias, organizar con otros padres de familia el juego de escribir cartas.

  3. Presencia consciente. A veces estamos con ellos pero sin estar. Nuestro cuerpo está presente pero nuestra mente se encuentra en otra parte; cuando estés con ellos haz contacto visual, ponte a la altura física de ellos, escúchales sin juzgarles, ni sermonearles. La presencia consciente incluye también escucha activa.

  4. Promueve la expresión adecuada de los sentimientos. Si observas una conducta desafiante o agresiva en tu hijo, es muy probable que alguna necesidad no esté siendo satisfecha: de comprensión, de empatía, de contacto, de seguridad, de confianza, por mencionar algunas de ellas. Pregúntale (dependiendo de su edad) ¿qué siente y qué necesita? Puede ser que ellos mismos no identifiquen su necesidad así que tú como adulto puedes acompañarles de manera asertiva con las siguientes preguntas: Yo observo que estás enojado ¿es así? ¿Cómo puedes expresar ese enojo? O ¿Qué necesitas para expresar y soltar ese enojo? Mucho cuidado en preguntar el porqué, esa pregunta lejos de ayudar puede causar más irritación porque ellos quizás tampoco sepan conscientemente la causa.

    Busquen maneras de expresarlo: pegarle a una almohada, romper periódico, modelar barro o plastilina. Hay muchas maneras de expresar adecuadamente dichos sentimientos.

  5. Su conducta no es contra tí ni contigo. Sé que es muy fácil decirlo pero en la práctica podemos sentirnos culpables, tristes o impotentes. No asumas la culpa de su actitud. Recuerda que son las maneras que tiene él o ella de expresar lo que está sintiendo. Por eso una actitud más comprensiva te ayudará a no engancharte emocionalmente de la rabieta, hostilidad, agresión o actitud desafiante de tu hijo/hija.

Espero que estos 5 puntos puedan apoyarte a comprender mejor a tu hijo, hija, a empatizar y desarrollar respuestas más ajustadas a sus necesidades y sentimientos.

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Autora: María Teresa González Osorio (Psicóloga, Coach sistémica, diplomada en Desarrollo Familiar, Consteladora Familiar)

Bibliografía recomendada: Ballenato, Guillermo. Educar sin gritar. Edit.La esfera de los libros, 2007.

 

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