Hacia una crianza parental consciente

familia-feliz-en-un-dia-de-campo-con-sus-hijosQuizás una de las tareas más dífíciles que existe para padres-madres, sea la crianza hacia los hijos e hijas. Cuando los hijos/as llegan a nuestra vida, no traen consigo algún instructivo que nos enseñe qué hacer, cómo educarles y criarles. Todo padre, madre o cuidador(a) se guía por su propia experiencia e intuición. Sin duda, estos recursos son valiosos pues son una brújula en nuestro rol como adultos-guías. Sin embargo, existen nuevas informaciones que, desde la Psicología, Pedagogía y/o Humanismo se van desarrollando para ir descubriendo nuevas formas más conscientes y asertivas de criar a los hijos/as.

En los últimos años se ha hablado de crianza consciente, para indicar una nueva relación entre el padre/madre e hijos/as. En este tipo de crianza se trata de que nos auto observemos sobre cómo es nuestro vínculo con ellos/ellas, el lenguaje que utilizamos diariamente, los mensajes verbales, gestuales y corporales que les enviamos, y cómo reaccionamos frente a situaciones de estrés en la familia, entre otras cosas. Esta relación se va construyendo cada día; no es un producto acabado.

En la crianza consciente, necesitamos practicar la auto reflexión continuamente y preguntarnos: ¿Ésto que digo y hago a mi hijo/a le ayuda a su desarrollo físico y emocional? ¿Le ayudo a adquirir confianza y seguridad en sí mismo/a? ¿Le apoyo a sentirse una persona aceptada, valorada, amada? ¿Promuevo en él o en ella una actitud responsable? ¿Le enseño con mi ejemplo a enfrentar situaciones difíciles de manera asertiva?

Lo anterior nos invita a mirarnos a nosotr@s mismos con una nueva mirada, ejerciendo una autoridad parental asertiva que implique adaptabilidad, equilibrio, flexibilidad a la vez de realizarla con cariño y paciencia. Desde luego esto no es tan fácil pues venimos arrastrando experiencias dolorosas de nuestra propia infancia. Y nuestros padres, madres o quienes cuidaron de nosotros, a su vez tuvieron heridas emocionales. Nosotr@s de alguna manera repetimos los patrones aprendidos.

Agunas acciones que podemos hacer para criar de manera consciente:

1) Practiquemos la auto-observación. Observemos y reflexionemos sobre nuestras propias acciones como adultos y sobre nuestra historia personal en la niñez.
2) Fomentemos la empatía hacia nuestros hijos(as), es decir, pongámonos en los zapatos de el/ella. ¿Cómo se siente mi hijo(a)?
3) Usemos palabras que describan sin cargas negativas la actitud de nuestro hijo/a. En lugar de decir:“eres un flojo”, “eres un bueno para nada”, etc. Preferible describir de manera lo más objetiva posible: “Observo que te cuesta trabajo limpiar tu habitación”, “ Me parece que no tienes ganas de hacer tu tarea”.
4) Fomentemos la cultura de la responsabildad y hagámosles ver las consecuencias de sus actos u omisiones. “¿Qué pasará si no haces tu tarea?” “¿Cuál sería la consecuencia natural de esa omisión?” En vez de empeñarnos en usar el castigo como único recurso.
5) Ofrezcamos muestras de afecto con palabras y obras. Especialmente muchos padres (varones) no se atreven a decirle a su hijo: “Te amo”, “Eres muy importante para mí”, así como dar abrazos o besos a su hijo, por creencias erróneas en el sentido de que se estaría criando a personas débiles. Todo lo contrario, cuando un niño/niña se siente y se sabe amado(a) y recibe muestras de cariño, su autoconfianza y seguridad crecen, por tanto contribuyen a tener una autoestima sana.
6) Promovamos una comunicación abierta y respetuosa con ellos(ellas).
7) Establezcamos límites adecuados y sanos, tomando en cuenta las necesidades y la edad del hijo(a). Por ejemplo: tiempo para ver la TV o para usar el videojuego, horario para dormir, etc.

Por último, una crianza consciente facilita el desarrollo de personas amorosas, seguras de sí mismas, creativas, reflexivas, responsables, conscientes de sí, de otros y del medio que les rodea. Al mismo tiempo que nos invita a meditar sobre nuestro rol de padres/madres.

Los hijos(as) nos ofrecen el gran regalo de mirar nuestro propio pasado, nuestra vida, de ayudarnos a sanar heridas de nuestra niñez, de reconstruirnos para ser personas más plenas y felices y de ensayar una y otra vez el Amor incondicional. La crianza consciente es un regalo por partida doble. Hacia ellos y hacia nosotros mismos.