¡Los pasos al éxito!

arriésgate al cambioEl refrán tan difundido en nuestra cultura de que “Más vale malo conocido que bueno por conocer” no es del todo cierto. Nuestra mente acepta de alguna manera inconsciente aquello que ya conoce aunque no sea necesariamente lo mejor para nosotros. Ante alguna situación nueva, experimentamos en nuestro interior dos sensaciones básicas: el miedo que nos detiene y nos impide descubrir y la curiosidad que es la que nos mueve hacia adelante a arriesgarnos.

Hemos olvidado la capacidad de arriesgarnos por diferentes motivos: condicionamientos sociales, creencias impuestas y las que nos hemos dicho a nosotr@s mism@s: “No puedo”, “no sirvo”, “no soy capaz”, etc. Pero recuerda que desde pequeñ@ te arriesgaste a dar tus primeros pasos y lo lograste. Mira hacia atrás y observa las situaciones en que te has atrevido a dar ese salto entre tu área de confort y la aventura de arriesgarte por algo que deseas aunque no sepas el resultado al cien por ciento.

El miedo al cambio es entendible, nadie se echa un clavado a mar abierto entre el remolino (hay personas que sí). El miedo, de alguna manera busca protegernos y darnos seguridad ante algo desconocido; el arte de arriesgarnos al cambio es precisamente que ese miedo no nos paralice ni nos impida hacer las cosas que verdaderamente anhelamos. La mente buscará muchas razones para resistirnos a cambiar; puedes hacer incluso una lista de las buenas razones por las que no te atreves a cambiar o en otras palabras, por las que decides permanecer en la situación en que estás actualmente.

Ganancias secundarias: se refiere a lo que ganas al permancer en la situación en la que estás. Si tus ganancias son muchas o tienen un fuerte peso para tí, es probable que no te arriesgues al cambio. Pongamos el caso de una persona que desea dejar el alcohol, sus ganancias secundarias podrían ser evitar la soledad, calmar la ansiedad y/o angustia, evitar miedos, por mencionar algunas, en tal caso dichas ganancias tienen más peso que el deseo de mantenerse sobrio.

Arriesgarnos al cambio implica ver todo el espectro en su conjunto ¿Qué gano y qué pierdo? No basta con sólo desear el cambio, sino también contactarnos con nuestros miedos,- ellos también son parte de nosotros y sería injusto ignorarlos- afrontarlos es nuestra batalla interior. Arriesgarnos al cambio implica también que nuestra curiosidad por lo nuevo se imponga, y con ello crecer mental y emocionalmente. Arriesgarnos al cambio conlleva adecuar la nueva situación a nuestra vida cotidiana y a los que nos rodean. ¿Cómo y de qué manera repercutirá este cambio a mi alrededor?

Arriesgarnos al cambio implica asumir la fase dolorosa que es dejar el confort de lo conocido para caminar hacia lo que deseamos y evolucionar.