Saberse caer

Ya me lo habían dicho mis hijos, “mamá, déjate caer hacia adelante”, mi miedo a caer hizo que me resistiera a caerme.

cayendo

Pensaba en el dolor que eso provocaría en mí, así que endurecí mis piernas, como dos bastones rígidos e inamovibles en lugar de mantener la flexibilidad en ellas para dar la vuelta en  patines. Y de repente sucedió lo que yo evitaba a toda costa que sucediera, lastimarme. Me hallaba tendida sobre el asfalto, con una rodilla torcida gritando su dolor. Mi primera clase en patines y mis hijos de 8 y 6 anos ensenándome cómo se deslizan con esos zapatos rodantes, como si volaran rozando apenas el pavimento. Extendiéndo sus brazos como si fueran alas. Yo bajé en picada! y zas!

Hubiera sido mucho más fácil, dejar sentir la influencia de la gravedad sin oponerme a ella, pero como en todo, el “hubiera” no existe. dejarme caer sería lo más adecuado. Ellos me lo decían: “Si no puedes controlar los patines, busca algo blandito para caer”, ahí estaba frente a mí el césped verde y fresco como una alfombra, pero no me dirigí a ella porque mi orgullo me lo impidió. Habré aprendido la lección?