¿Nacemos o nos hacemos?

Por María Teresa González Osorio

Desde tiempos antiguos ha surgido la pregunta: ¿Es el ser humano producto únicamente de la herencia? o bien ¿El ambiente es el más importante?
Después de las controversias que se han sucitado desde el siglo XVII
cuando el filósofo inglés John Locke sostenía “que el niño pequeño es una tabula rasa- una pizarra en blanco-en la cual “escribe” la sociedad” (Papalia & Olds, 2005). En contraste, el filósofo francés
Jean Jaques Rousseau creía que los niños nacen como “nobles salvajes” que se desarrollarían de acuerdo con sus naturales tendencias positivas a menos que fueran corrompidos por la sociedad represiva.
Ahora se sabe que estas dos visiones eran muy simplistas pues si bien es cierto que se nace con dotaciones hereditarias que influyen en nuestro desarrollo, pero también somos seres sociales en las que el ambiente va moldeándonos.
Las investigaciones en la neurociencia cognoscitiva nos indica que ambos aspectos (herencia y ambiente) operan sobre una persona de manera directa y se entrelazan en un complejo sistema de desarrollo.
A partir de nuestra concepción y, a lo largo de nuestra vida, se combina una serie de factores genéticos y hereditarios (relacionados con la estructura biológica y psicológica) y de factores sociales, económicos y culturales que ayudan a dar forma al desarrollo.
Así que entre más ventajosas sean esas circunstancias en las que nos desarrollemos, mayor será la posibilidad de tener un desarrollo óptimo.
Nacemos como una semilla con información genética, y el ambiente externo (agua, tierra y demás factores) hará que nos desarrollemos ya sea como una planta hermosa o como una hierba hostil.
¿Qué opinan ustedes?

Referencias:
Papalia & Olds (2005) Desarrollo humano. Octava edición. Colombia: McGraw Hill, pp. 14-18.

Fotografía: BancodeImagenesGratis.com